Se trata de un grupo de gente que participa de diferentes disciplinas artísticas, reunida de forma espontánea para buscar una solución a la situación actual en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires respecto a la falta de lugares habilitados para realizar diversas manifestaciones culturales.
El rock, el tango y el teatro, víctimas de la paranoia post-Cromañón, sufren cada vez más clausuras sistemáticas del Gobierno de la Ciudad, que censura las expresiones independientes al exigir a bares y reductos con capacidad para 100 o 200 personas condiciones ridículas de afrontar para mantener sus puertas abiertas.
Así, la música en vivo se ve limitada a la voluntad del Gobierno y a mega festivales patrocinados por grandes empresas, provocando un monopolio y el control de la expresión artística.
El verdadero arte no sale de las empresas ni del Gobierno. Sale de los sótanos y de la calle.
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